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Día Mundial del Alzheimer: el impacto en la salud pública





En sólo dos décadas, el Alzheimer aumentó su prevalencia en un 526%, pasando del lugar 29 de muertes en Chile a la quinta. Según cifras del Ministerio de Salud, en 2010 fallecieron 3.707 personas por demencias y Alzheimer en el país.



Debe ser sin dudas, uno de los problemas de salud pública que requieren de un urgente abordaje socio-sanitario. Y las cifras lo avalan. 

En sólo dos décadas, el Alzheimer aumentó su prevalencia en un 526%, pasando del lugar 29 de muertes en Chile a la quinta. Según cifras del Ministerio de Salud, en 2010 fallecieron 3.707 personas por demencias y Alzheimer en el país.

La Encuesta Nacional de Salud - ENS Chile 2009-2010 reportó que 10,4% de los adultos mayores presentan un deterioro cognitivo y 4,5% de adultos mayores presenta deterioro cognitivo asociado a  discapacidad que alcanza a 16% en los de 80 años y más (ENS Chile 2009-2010, 2010). Es importante señalar que la mayor prevalencia de demencia en Chile se ubica en niveles socioculturales bajos y en población rural, los que podrían considerarse como determinantes sociales de la enfermedad (SENAMA, 2010).

La demencia es una condición adquirida y crónica, caracterizada por un deterioro de diversas funciones cerebrales, sin distinción de sexo y situación socioeconómica, que se acompaña de síntomas cognitivos, psicológicos y cambios conductuales. Estos síntomas repercuten en la capacidad de las personas para llevar a cabo sus actividades habituales, pudiendo requerir apoyo de terceros e incluso comprometer su autonomía y participación familiar y social.

Por las cifras, el gran deterioro que significa para el paciente y los profundos cambios que vive la familia es que urge una política pública que aborde de manera integral el problema. “Las necesidades de las personas con demencias y sus familiares son una realidad que debe dejar de ser omitida.  Hoy en Chile son más de 200 mil familias las que deben enfrentar este problema prácticamente en soledad.  Las dificultades son trasversales, desde diagnósticos tardíos o equivocados, derivaciones no oportunas, falta de acceso a tratamientos adecuados, ausencia de los niveles asistenciales necesarios, falta de personal competente para su cuidado y globalmente un desconocimiento por parte de la comunidad de lo que significa enfrentar esta patología.  Es por esto que es esencial que exista un  “Plan Nacional de las Demencias” que se haga cargo desde una perspectiva amplia, sanitaria pero también social,  comenta el Dr. Gerardo Fasce, Jefe del Servicio de Geriatría de nuestro hospital.

En 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Internacional de Alzheimer (ADI), solicitaron a los gobiernos y a los responsables políticos que declaren las demencias como una prioridad de salud pública y desarrollen e implementen Planes Nacionales para las Demencias.
En nuestro país, el Ministerio de Salud ya inició una consulta nacional que pretende recopilar información para construir una política pública consistente para el abordaje del tema.

Señales de Alerta

Según la Organización Mundial de la Salud, el primer síntoma de Alzheimer puede ser una pérdida leve de memoria, para luego afectar el lenguaje, razonamiento, comprensión, lectura y escritura. Personas que sufren esta condición pueden volverse ansiosas o agresivas y, en algunos casos, pueden irse de su casa y no recordar cómo regresar.

A medida que el mal progresa, se hace necesaria una supervisión constante del afectado. Fallas en la memoria, incapacidad para realizar labores rutinarias -como vestirse, cocinar, etc.-, e incluso incapacidad para comunicarse con los demás (formando frases ininteligibles al unir palabras sin sentido) son características de esta enfermedad.

La similitud del Alzheimer con otros tipos de demencia, dificultan un diagnóstico temprano. Los siguientes síntomas podrían indicar la necesidad de realizarse exámenes para detectar Alzheimer:

Pérdida de la memoria a corto plazo, : la persona manifiesta una gradual pérdida de la memoria "corta". 

Aprendizaje y retención de nueva información: el deterioro paulatino del cerebro dificulta la capacidad de asimilar nueva información. La consecuencia práctica es la repetición de cosas y el olvido de conversaciones y citas acordadas con antelación.

Razonamiento y pensamiento abstracto: la comprensión de un chiste, decir la hora, recordar las actividades diarias se torna difícil. Llevar las cuentas del banco, preparar una comida y realizar tareas que requieran varias etapas resulta cada vez más arduo.

Juicio y planificación: se ve alterada la capacidad de anticiparse a los hechos y de sopesar las consecuencias de ciertos actos. Se vuelve imposible resolver problemas cotidianos como saber qué hacer si algo se está quemando en la cocina. El hecho de recordar direcciones o el camino para llegar a lugares conocidos se torna cada vez más difícil.

Habilidades lingüísticas: encontrar la palabra adecuada para expresar los pensamientos y poder entablar una conversación se presenta como un verdadero desafío.

Inhibición y control de impulsos: personas pasivas pueden volverse más agresivas y mostrar a veces cambios inapropiados en su conducta. Sentimientos de irritabilidad y desconfianza también pueden manifestarse.

Es preciso señalar que todos estos factores NO necesariamente indican la existencia de la enfermedad de Alzheimer. Para detectarla, es fundamental que un médico analice el historial de la persona así como también realizar evaluaciones de la funcionalidad y del del estado mental de la persona con síntomas. 

Factores que favorecen el desarrollo de Alzheimer

Diversos estudios internacionales señalan a los siguientes factores como agravantes en la aparición de Alzheimer:

Obesidad, tabaquismo, estenosis o estrechamiento de la arteria carótida, la diabetes tipo 2, depresión, hipertensión, fragilidad general del organismo, bajo nivel educacional, altos niveles de homocisteína (aminoácido azufrado importante en el metabolismo celular) en la sangre.
El Dr. Gerardo Fasce, Jefe del Servicio de Geriatría de nuestro hospital indica que: “Lo fundamental es implementar estrategias que comiencen desde lo preventivo: una alimentación sana y equilibrada, no fumar, el consumo de alcohol en forma moderada, mantener control de las enfermedades ya conocidas, dormir bien, e incorporar al día a día la actividad física e intelectual  (por ejemplo aprendiendo nuevas habilidades como idiomas o manualidades ), todo ello va a tener un efecto directo en proteger nuestro cerebro.  Si logramos además estar en un ambiente familiar en donde estemos apoyándonos unos a otros, los beneficios serán mucho mayores”, sostiene.    

Plan Nacional de Demencia

http://web.minsal.cl/sites/default/files/files/PLAN_DEMENCIA_final.pdf