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Eutanasia: el derecho a buen morir

La eutanasia es definida por la Organización Mundial de la Salud como la acción deliberada que realiza una persona con la intención de provocar la muerte sin dolor por causa natural en caso de enfermedad terminal o irreversible.

El paciente debe estar cursando sufrimiento físico, emocional o espiritual incontrolable, siendo el objetivo de la eutanasia aliviar dicho sufrimiento. 

Considerando que la eutanasia se fundamenta en el principio de buen morir y que la vida es propia de cada individuo y la muerte es parte de la vida, surgen los cuestionamientos ¿Podemos decidir cómo morir? ¿Es justo incidir en el proceso de nuestra propia muerte?

El Dr. Víctor Hugo Carrasco, médico geriatra del Hospital Clínico Universidad de Chile y Director del Programa de Formación de Médicos Especialistas en Geriatría de la Facultad de Medicina, plantea que, “eutanasia es buen morir y a nadie le gustaría mal morir, por lo tanto, nadie debería estar en contra del bien morir. Es un derecho humano fundamental el morir dignamente sin sufrimiento ni dolor, en un entorno agradable y sin tener que entrar en el terreno de la indignidad, de la dependencia, postración, sufrimiento, dolor físico, espiritual y psicológico. El derecho a vivir cómo deseemos se puede ampliar a la posibilidad de decidir cómo queremos morir, respetando la voluntad de las personas y su autonomía, particularmente en momentos de gran padecimiento”. Y profundiza, “como sociedad debemos definir hasta dónde es prudente llegar en la ayuda a una persona que está sufriendo con una enfermedad terminal, sabiendo que los cuidados paliativos como opioides o morfina ya no serán suficientes para evitar el sufrimiento”.

Tipos de eutanasia

Los tipos de eutanasia existentes son la activa que se ha definido como el acto médico de terminar intencionalmente con la vida de un paciente en fase terminal bajo su voluntad debido a que el sufrimiento se hace insostenible para el mismo y al alero de una normativa que lo regularice. Pasiva que se entiende como el acto médico de retirar, suspender o no iniciar un tratamiento que se limite a prolongar la vida de un paciente que se encuentra en situación de enfermedad terminal o irreversible. Finalmente, la limitación del esfuerzo terapéutico que consiste en no aplicar medidas desproporcionadas para propósitos terapéuticos en pacientes con mal pronóstico, contempla tanto la omisión como el retiro de tratamientos. 

Los países que tienen aprobada la eutanasia activa son Colombia, Luxemburgo, Holanda y Bélgica, las dos últimas naciones también la permiten en menores de edad con el consentimiento de sus padres. Todos tienen mecanismos que regulan su aplicación, tales como, que ocurra en un contexto duradero, insoportable e irreversible de sufrimiento causado por alguna enfermedad o accidente que no pueda ser aliviado; que impere la voluntad de quien padece, garantizando que sea una decisión bien pensada, expresada en forma reiterada y libre de presiones externas; que exista un consenso entre médico y paciente sobre que no hay opción de mejoría de su situación y que el procedimiento sea médico y técnicamente adecuado y en algunos casos que se consulte a otro médico.

Por su parte, la eutanasia pasiva y limitación del esfuerzo terapéutico están aprobadas en muchos países, entre ellos, Canadá, España, Inglaterra e India, pero en Chile no está permitida. Sobre esto el Dr. Carrasco advierte, “la regulación chilena actual es poco precisa con respecto a la eutanasia pasiva y la limitación del esfuerzo terapéutico, lo que deja a total discreción del médico cuánto involucrar al paciente, dañando profundamente su autonomía”. Y agrega, “junto con las regulaciones de esta legislación debemos avanzar en generar un formato de directriz anticipada que son documentos reconocidos legalmente cuyo propósito es definir anticipadamente el cuidado médico que desea el paciente en caso de quedar incapacitado para tomar decisiones en pro de respetar su autonomía”. 

“Debemos darle una señal al país de madurez, convicción y respeto a cada individuo en sí mismo. Esto de ser paternalistas, que otros decidan, que los médicos decidan e incluso que las familias decidan parece desajustado a los tiempos modernos, cuando sí existen los mecanismos para que la persona haga lo que le parece más adecuado en su vida y en su muerte”, puntualiza el Dr. Víctor Hugo Carrasco.