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Todo lo que el estrés puede provocar en tu piel

Vivimos una época en la que el estrés es protagonista central de la rutina de muchas personas. A ello se suma ansiedad, agobios, preocupaciones y sueño irregular o con alteraciones sustantivas. Todo ello podría ser la razón de arrugas prematuras, granitos tardíos o esa alergia repentina a la que no le encontramos sentido. 

El estrés afecta mucho más allá de lo psicológico; nuestra piel también sufre las consecuencias.

La Dra. Constanza Ullrich, dermatóloga de nuestro hospital, explica: “la razón fundamental es que nuestros órganos y sistemas están íntimamente interconectados. Y la relación entre lo cutáneo y neuropsiquiátrico es aún mayor. Esto se explica porque en el desarrollo embrionario hay una fase donde las células se dividen en tres capas: endo, meso y ectodermo. Este último da origen a la piel y las estructuras del sistema nervioso central", comenta la especialista. “Dicho esto, es fácil entender que patologías clásicas de la piel empeoren cuando estamos más angustiados. Como por ejemplo, las lesiones del acné tienden a aumentar frente a situaciones intensas (de ahí la clásica caricatura de la espinilla antes de la fiesta importante que suele salir en las películas). También cuando estamos estresados se producen cambios a nivel de varias moléculas proinflamatorias que envían señales en nuestro cuerpo, lo que cambia el ambiente de nuestra piel. Aquí está la razón de la dermatitis seborreica, lesiones de psoriasis, crisis de rosácea, entre otros".

La producción de la hormona cortisol que aumenta en períodos de alto estrés provoca que se descomponga el colágeno y la elastina a un ritmo mayor del correspondiente de forma natural, lo que da como resultado la aparición temprana de líneas de expresión y arrugas.

Un ejemplo clásico del estrés como productor de enfermedades cutáneas es el vitíligo, que puede aparecer en asociación a un accidente biográfico, como la muerte de un familiar.

Otra condición relacionada al estrés es la caída del cabello y que puede ser más intensa cuando una persona experimenta una fuerte angustia, o bien, puede presentar la aparición de una enfermedad llamada alopecia areata, que es la pérdida de cabello en una zona específica. En el vitíligo y alopecia, la persona activa su sistema inmune, llevándolo más allá de la defensa del cuerpo, ya que los linfocitos T desvían su curso, atacando y destruyendo el pelo. Incluso se ha visto personas que por estrés pierden cejas y pestañas. 

Otro ejemplo de enfermedad psicosomática que afecta a la piel es la psoriasis. Esta enfermedad inflamatoria de la piel, genéticamente determinada y no contagiosa, puede ser gatillada por situaciones de estrés, incluso el estrés mantenido puede agravarla, sostiene el Dr. Fernando Valenzuela, dermatólogo de nuestro hospital.

Por otro lado, también es común que el estrés se manifieste a través de las glándulas sudoríparas, provocando una hiperhidrosis reactiva, es decir, un exceso de sudor en manos y axilas, lo que requiere un manejo integral tanto por dermatólogo como por psiquiatra y terapia psicológica.

La piel es el órgano más grande que existe y espejo de las emociones. Nuestra especialista recomienda como tarea fundamental: “manejar de manera adecuada el estrés y reconocer qué situaciones lo empeoran. Una vida equilibrada donde no solo lo físico, sino también lo emocional sean pilares del autocuidado llevarán a estar mejor no sólo con nuestra piel, sino de manera integral. A veces con cosas básicas esto puede mejorar; sin embargo, si esto nos abruma es necesario y muy útil consultar a salud mental para poder realizar un manejo adecuado del estrés.