El paciente debe acudir al neumólogo cuando tenga tos -con flema o sin ella-, secreción nasal, dolor de garganta o estornudos recurrentes; cuando elimine flema con sangre o cuando tenga los siguientes síntomas: dolor de espalda con fiebre mayor a 38 y con dificultad para respirar o con respiración más rápida de lo habitual. O cuando sienta que se cansa más rápido que antes, con dificultad para dormir, baja de peso y sudoración por la noche y si tiene familiares con cáncer pulmonar.
O bien, cuando quiera dejar de fumar o si trabaja con productos químicos, polvos, polvillos de telas, entre otros, y que provoquen molestias respiratorias.