Anestesióloga Clínica Universidad de Chile Quilín
¿Cuál ha sido el mayor desafío como mamá neurodivergente?
El mayor desafío, creo que han sido dos: primero que todo cultivar paciencia, templanza y entender que los procesos llevan tiempo, que su maduración, actitud o reacciones no se ajustan a lo "esperado" para los momentos que como sociedad tenemos estandarizados, en ese sentido hay reacciones que muchas veces son más intensas que las de un niño neurotípico, en las que tenemos que trabajar meses avanzando de a poco, primero poniéndole nombre a lo que sentimos/pensamos, luego entendiéndolo, procesándolo y finalmente y sin ansiedad trabajando una respuesta más adecuada para él y para el resto. Todo este proceso, que parece tan lógico, implica mucho trabajo para nosotros los adultos, eliminar paradigmas, estándares, prejuicios y traducirlos en más amor y paciencia para finalmente convertirse desde un desafío en un aprendizaje, lo que es infinitamente menos estresante y mucho más satisfactorio para nosotros como familia.
El segundo desafío, que creo sí es un desafío más complejo, es sortear la forma en que la sociedad ve y juzga la neurodivergencia, muchas veces por ignorancia, otras veces por simple prejuicio, no solo hablo de los adultos, sino con la falta de educación de las familias completas, incluyendo a los coetáneos de nuestros hijos, que es aún más complejo de lograr, sé que lo que manifiesto puede sonar impopular, porque si bien los niños son cariñosos cuando son más pequeños, llegan a una edad en que si el niño que tienes al lado no se comporta como tú o tus amigos, tienden a dejarlo de lado o a veces incluso hacerle bullying; ahí es donde se hace imprescindible la educación de sus adultos a cargo, para entender a este niño que no se comporta igual a ti y lo que necesita es inclusión y comprensión; evidentemente no todos son así, pero habitualmente quienes si practican la inclusión son familias resilientes que se han educado y tienen convicciones concordantes con aceptar las diferencias, esto es un desafío complejo, porque no es algo que sólo dependa de mí, sino de los adultos con los que compartimos en diversos ámbitos, siendo el ámbito escolar el más relevante, en donde también vemos aciertos y deficiencias en cuanto a la capacitación de docentes, ya que no siempre, aunque quieran, tienen las herramientas para adaptarse a un niño neurodivergente, lo que provoca rechazo, temor y una sensación de no poder hacerse cargo.
Lo mejor es aprender día a día, crecer con él ha sido infinitamente beneficioso también para mí como persona; es evidente que sus logros y avances me hacen muy feliz, pero quiero destacar el hecho de vivir la neurodivergencia en primera persona, definitivamente me ha permitido ampliar la perspectiva de mi mundo ultra neurotípico, del cumplimiento de lo esperado, de lo correcto, aprecio más las pequeñas cosas y me fijo más en los detalles siendo más consciente de la forma en que digo o hago las cosas, he desarrollado la empatía, la paciencia, me ha desafiado a tener una mente creativa en la que debo buscar formas prácticas de explicar un problema sin un juicio de por medio, de plantear no solo una única solución o respuesta, sino una variedad de alternativas correctas, en la cual no siempre se elige la que a mí me gustaría, acá he desarrollado la tolerancia. Lo mejor de ser parte de una familia neurodivergente es que es un desafío para ser mejor día a día, tanto para mis hijos, como para mí misma.