Para hablar del estrés es importante comprender qué es
El estrés se puede entender como un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal. Suele provocar diversos trastornos físicos y mentales; sin embargo, la OMS comprende el estrés como «el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción». En términos globales se trata de un sistema de alerta biológico necesario para la supervivencia.
¿Cuáles son las principales causas del estrés?
Factores económicos, sobrecarga de trabajo, falta de satisfacción laboral, relaciones personales, atención a la familia, presión en vacaciones, no decir nunca “no”, no tener tiempo libre, constante incertidumbre, entre otras.
El cuerpo y la mente protestan, se revelan y pasan factura. Es la consecuencia de la feroz competitividad, inseguridad y exigencias laborales y sociales. Vivimos en un mundo condicionado por un ritmo vertiginoso, en el que los individuos que no son capaces de adaptarse y responder de forma rápida a estos cambios, experimentan sensaciones de angustia, agotamiento emocional y trastornos en los ritmos de la alimentación, la actividad física y el descanso. Estas dolencias físicas y psíquicas se conocen como estrés y síndrome de agotamiento profesional, más conocido como burnout.
Entonces, ¿Qué hacer para manejar de forma adecuada el estrés y evitar o aminorar sus efectos?
Algunas recomendaciones que pueden ayudar a sobrellevar este periodo son:
Mantenerse conectados, ya sea de forma virtual o presencial. Esto es muy relevante, ya que somos seres gregarios. Por lo tanto, tener la capacidad de mantenerse en contacto con amigos y seres queridos es muy relevante porque nos brinda estabilidad en nuestras emociones.
Otras medidas son:
Exposición moderada a medios de información: las redes sociales nos pueden saturar. Para este tipo de situaciones es bueno buscar fuentes confiables y específicas de información. Estar bombardeado por muchas vías puede crear confusión, angustia e incertidumbre. Además, hay que intentar no estar pendiente en cada momento de todo lo que está ocurriendo. No obstante, es positiva su utilización como medio de contacto virtual con amistades y familia o como medio de entretención.
Mantener orden: el vivir en un ambiente desordenado generará un efecto nocivo en el estado de ánimo. El acto de ordenar también puede tener un efecto positivo en las personas que lo realizan y a su vez, en los ambientes donde viven. El orden se puede definir por un check list, con una agenda con actividades tanto de trabajo, estudio y ocio que nos permitan balancear y equilibrar nuestro de forma integral.
Mantener rutinas: las personas necesitan tener una estructura en sus actividades y una planificación en el día a día, la cual contribuye a la estabilización anímica y emocional. Esta rutina abarca todo ámbito de actividades desde horarios de deportes, juegos, espacios para la familia.
Disposición a pedir ayuda, tanto a familia, amigos y a profesionales, según sea el caso. Quienes estén en tratamiento psicológico o psiquiátrico deben procurar no perder contacto con su especialista. El pedir ayuda es aprender a reconocer las dificultades que uno está enfrentando y nos ayuda a crecer como personas, a desarrollar otro tipo de habilidades desde la humildad, respeto, perseverancia, empatía, que sin lugar a dudas nos permite crecer como personas. Dichas habilidades nos ayudarán a afrontar diversos desafíos futuros de mejor manera.
Realizar actividades que nos permitan vivir el presente y dejar de lado las preocupaciones del día a día: esto favorece la posibilidad de procesar de mejor manera las vivencias diarias de manera gradual y dosificada. Algunas de estas actividades pueden ser yoga, música, películas, juegos de mesa, pasear y jugar con una mascota, jugar con niños, tejer, aprender a cocinar cosas nuevas, practicar algún deporte, iniciar pasatiempos nuevos, tocar algún instrumento, pintar o alguna actividad artística.
Mantener actividad física moderada: es necesario para disminuir síntomas de estrés, potenciar nuestro sistema inmune, regular nuestro equilibrio físico-químico y de esta manera, contribuir a nuestro bienestar emocional y anímico.
Realizar pausas en el trabajo: las pausas permiten dosificar nuestras tareas de manera tal que nuestro nivel de atención se mantenga en un rango adecuado que facilite la ejecución de las mismas. Esto quiere decir que, si organizo actividades cada 45 minutos con pausas de 5 minutos en cada bloque, mi capacidad de ejecución mejorará considerablemente sin la necesidad de sobreesfuerzo y disminuirán los errores, conservando la energía y permitiendo digerir de mejor maneras los imprevistos o dificultades propias del trabajo.
Humor: el mantener espacios de distensión ayuda a generar un estado diferente. El humor es un potenciador positivo en nuestro estado de ánimo que armoniza y favorece las relaciones humanas y en equipo.