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Alergia a medicamentos

Son un tipo de reacción adversa a medicamentos (RAM), que ocurren por activación de mecanismos inmunológicos ante el uso de un fármaco en dosis normalmente indicadas para la prevención, el diagnóstico o el tratamiento de una patología. Dan cuenta del 5-10% de todas las RAM y son importantes porque pueden ocasionar mayor morbimortalidad no solo por la reacción misma, sino también debido a retrasos en inicio de tratamientos, uso de terapias subóptimas y solicitud de investigaciones innecesarias.

Existen factores de riesgo para su aparición, ya sean propios del sujeto (edad media, sexo femenino, polimorfismos genéticos, alergia previa e infección viral intercurrente como herpes o VIH) o del fármaco (alto peso molecular, administrado por vía cutánea tópica, uso repetido o prolongado).

La sintomatología puede aparecer días a semanas durante o posterior a la exposición al medicamento. La piel es el órgano que con mayor frecuencia se ve afectado, destacando la erupción maculopapular, que se caracteriza por lesiones solevantadas, rosadas o eritematosas, que aparecen en el área del tronco y eventualmente se extiende a las extremidades. La urticaria (ronchas) y el angioedema (hinchazón) también son comunes, pero las formas más severas de compromiso cutáneo son el síndrome de Stevens-Johnson (SSJ) y necrólisis epidérmica tóxica (NET) que se manifiestan con ampollas, ulceraciones de las membranas mucosas, conjuntivitis, fiebre, dolor de garganta y fatiga. Otros órganos también pueden estar comprometidos, incluyendo el riñón, hígado, vía aérea, pulmón y sistema sanguíneo, manifestándose como anafilaxia, erupción medicamentosa con síndrome de eosinofilia y síntomas sistémicos (DRESS), enfermedad del suero, lupus eritematoso inducido por fármacos y vasculitis (trastornos que se caracterizan por la destrucción infamatoria de vasos sanguíneos), entre otros.

La estrategia más eficaz para el manejo de la alergia a drogas es la interrupción y evitación del culpable, el cual debe sustituirse por medicamentos alternativos con estructuras químicas no relacionadas, para evitar la reactividad cruzada entre fármacos. En muchas ocasiones se necesita terapia adicional, incluyendo medidas para control de síntomas (por ejemplo, antihistamínicos orales para manifestaciones cutáneas o epinefrina en la anafilaxia) y de soporte en reacciones severas como SSJ/NET, donde se recomienda ingresar a unidad de quemados o cuidados intensivos.

El diagnóstico de alergia a medicamentos requiere una historia completa y la identificación de hallazgos físicos y síntomas que sean compatibles con las características y tiempos de las reacciones observadas. Dependiendo de anamnesis y exploración física, es posible que se requieran pruebas cutáneas y desafíos graduados para confirmar el diagnóstico o encontrar alternativas terapéuticas.

La prevención de futuras reacciones es una parte esencial del manejo. Se debe proporcionar al paciente información escrita sobre qué medicamentos (o familias de fármacos) debe evitar, quedando un registro claro en su historial médico e idealmente, el paciente debe portar un brazalete/collar que identifique fácilmente su condición.

En suma, la identificación de la alergia a medicamentos es un desafío, que requiere la evaluación por un médico experimentado en su diagnóstico y manejo.