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Alergia alimentaria en adultos

La alergia alimentaria se define como una respuesta anormal del sistema inmune ante la exposición a alimentos. Habitualmente es por mecanismo dependiente de Inmunoglobulina E (IgE) en reacciones inmediatas, pero también puede ocurrir por activación de otras vías y células de este sistema, originando reacciones retardadas.

Es una patología cada vez más frecuente de observar (autoreporte hasta 10-12% de la población). Suele afectar en menor medida a adultos (entre 2-5%) comparado con los niños (6-8%). Se describen factores que favorecerían la sensibilización y su posterior desarrollo: alergia respiratoria por pólenes, la sensibilización por vía cutánea a trigo, el uso de antiácidos e inhibidores de bomba de protones como omeprazol, mordeduras reiteradas por garrapatas o contacto con medusas y la exposición ocupacional a alimentos.

Aunque cualquier alimento puede causar alergia mediada por IgE, los responsables de la mayoría de las reacciones severas son pescados, mariscos y frutos secos (maní y nueces). Los otros alimentos implicados en la alergia alimentaria de adultos varían en todo el mundo, reflejando la prominencia que tiene ese alimento en una cultura particular (por ejemplo, sésamo en Asia).

Las manifestaciones clínicas de alergia alimentaria se pueden dividir en inmediatas, retardadas o mixtas. La primera se desencadena pocos minutos posterior a la ingesta y puede generar ronchas, inflamación local o síntomas generalizados como falta de aire, diarrea, vómitos y/o compromiso de conciencia, conformando el cuadro más severo conocido como anafilaxia. La alergia oral (SAO) o síndrome de alergia al polen y los alimentos es la más común de las alergias IgE medidas, afectando al 5% de la población general. Al ser leve, la mayoría de los pacientes no consulta, aunque produce síntomas autolimitados, como picazón o hinchazón tenue de la boca, cara, labios, lengua y garganta minutos después del contacto de la boca y la garganta con frutas y verduras crudas. Debido a que en ocasiones podría progresar, se recomienda que sean evaluados por el especialista.

En el caso de alergia alimentaria con presentación clínica retardada, encontramos inflamaciones eosinofílicas del tubo digestivo que se pueden manifestar como dolor de pecho, atoro o atragantamiento al ingerir comida, si el compromiso es esofágico o dolor abdominal crónico asociado a diarrea y/o disentería, cuando es intestinal; enterocolitis inducida por proteínas dietarias que genera vómitos, deshidratación y decaimiento importante tras la ingesta del alérgeno; y, por último, la dermatitis atópica severa, que ocasionalmente puede exacerbarse al consumir determinados alimentos.

El estudio tiene por objetivo identificar el (o los) alimentos(s) responsables, por lo que su elección dependerá de la clínica observada. Con este fin, están disponibles pruebas cutáneas (de prick y de parche) y exámenes de laboratorio in vitro (ej. IgE específicas), además de la prueba de provocación supervisada.

Si bien el tratamiento se basa en la evitación del alimento responsable y el uso de medicamentos sintomáticos, como adrenalina en el caso de anafilaxia, se han desarrollado estrategias para controlar las reacciones en situaciones donde la exposición es inevitable: la desensibilización y la inmunoterapia oral o sublingual, las cuales pueden ser apoyadas por tratamientos biológicos que modulan la respuesta alérgica, como es el Omalizumab.