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Depresión estacional: cómo sortear los efectos anímicos de la primavera

La primavera es una estación del año que para muchos es época de esperanza, color y calor tras el invierno. Para otros, sin embargo, son meses difíciles de llevar, ya que esta transición de temporada afecta su equilibrio emocional, gatillando trastornos afectivos conocidos como depresión estacional.

Insomnio, dificultad para dormir, sueño superficial, disminución del apetito, de libido, ansiedad e irritabilidad son los principales síntomas de esta afección provocada por el cambio de estación y las modificaciones en el fotoperiodo que conlleva, es decir, en la cantidad de horas de luz solar que recibimos. Si bien afecta a toda la población, hay quienes son más susceptibles de desarrollar depresión estacional, como aquellas personas que ya están cursando trastornos anímicos, tienen depresiones recurrentes o poseen antecedentes familiares.

El médico psiquiatra de la Clínica Psiquiátrica del Hospital Clínico Universidad de Chile, Dr. Sergio Barroilhet, explica que existen dos tipos de depresión estacional, una es la que se gatilla en otoño, entrando al invierno, y otra es la que se produce en primavera. Ambas tienen que ver con el impacto en el reloj biológico que causan los cambios en la luminosidad.

“Cuando disminuye el sol en otoño, afecta nuestro reloj interno, provocando síntomas de depresión como exceso de sueño, de apetito, ganas de comer hidratos de carbono, aumento de peso, sensación de cansancio y baja energía, es como cuando un sistema biológico va a hibernar. Mientras que la depresión estacional en primavera se produce por un aumento de la luminosidad que produce otros cambios a nivel del reloj biológico y los síntomas son distintos: insomnio es el más frecuente, dificultad para dormir, sueño superficial, las personas no logran desactivarse, baja del apetito, pérdida de peso, y suele producirse más ansiedad e irritabilidad junto con esta sensación de depresión”, sostiene el profesor Barroilhet.

Los cambios en la luz también afectan neurotransmisores como la serotonina y la melatonina, y son otra de las causas de estos episodios anímicos. Esto se acentúa en nuestro país, pues con el último cambio de hora despertamos a oscuras, lo que haría más difícil salir de la cama y que nuestro cuerpo se active. Por otra parte, la luz se va más tarde cada noche.

“Otra causa son los niveles de serotonina, que también está muy relacionado con los cambios en la luz, pues pueden producir variaciones bruscas de serotonina y gatillar la depresión. Y la otra es los niveles de melatonina, que están en balance con la serotonina. Ahí hay un equilibrio, cuando uno despierta en la mañana la melatonina cae y aumenta la serotonina, y cuando llega la noche empieza a aumentar la secreción de melatonina y a disminuir la serotonina y también otros neurotransmisores importantes en el estado de vigilia y, por lo tanto, viene la somnolencia y facilita el sueño”, detalla el médico psiquiatra.

¿Quiénes se ven más afectados? Principalmente quienes tienen antecedentes familiares de trastornos afectivos, en particular de trastornos afectivos estacionales, así como las personas que ya cursan cuadros anímicos, ya sea depresión mayor o trastorno bipolar, también pueden tener un perfil estacional.

Existen estrategias que todas las personas pueden seguir para aliviar la transición de estación y las múltiples alteraciones que conlleva. “En la forma invernal, la fototerapia funciona bien. En primavera, es al revés, y es un dato interesante. Es importante dormir con completa oscuridad, que las horas de oscuridad sean bien negras, poner cortinas blackout, apagar o cubrir todos los focos de luminosidad y tener un tiempo de sueño oscuro; mientras que en el día usar lentes de sol y cuidarse del exceso de luz para favorecer así una transición más gradual de la falta de luminosidad del invierno hacia el exceso de luminosidad de la primavera”, recomienda el Dr. Barroilhet.

Los especialistas aconsejan buscar ayuda profesional si los síntomas se acentúan y la sensación de tristeza o disminución del estado de ánimo se profundiza y prolonga, hay dificultad para sentir placer o se pierde el interés y el disfrute por actividades que antes traían felicidad. El tratamiento usual para episodios leves es psicoterapia y en los moderados a severos se aconseja tratamiento psiquiátrico con ayuda farmacológica.