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Impacto del uso excesivo de pantallas en preescolares: Recomendaciones de nuestros especialistas para el bienestar de los menores

Un estudio de la Universidad de Drexel, Pensilvania, EE.UU, llamado “Early life digital media experiences and development of atypical sensory processing” dio a conocer que es probable que la exposición temprana a televisión y/o vídeos en menores de 2 años esté asociada a procesamiento sensorial atípico.

La exposición temprana a medios digitales, es decir, pantallas, es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad, con poca comprensión de su impacto en el procesamiento sensorial. El tiempo frente a una pantalla reduce el juego significativo y las interacciones sociales, lo que puede tener considerables implicaciones para el desarrollo del procesamiento sensorial típico y el nivel general de función diaria. Los estudios sobre neuroplasticidad muestran que la alteración de las exposiciones sensoriales produce cambios en la conectividad cerebral que posteriormente moldea los comportamientos, lo que potencialmente conduce a conductas desadaptativas. Por lo tanto, una alta exposición a los medios digitales en los primeros años de vida podría impactar directamente el neurodesarrollo y, al mismo tiempo, desplazar otras funciones sensoriales importantes para el desarrollo y experiencias motoras.

Las habilidades de procesamiento sensorial se refieren a la integración de la información recibida de los sistemas sensoriales del cuerpo (auditivo, visual, táctil, sensorial oral y vestibular) para formar respuestas conductuales apropiadas y eficientes. Un procesamiento sensorial deficiente puede afectar el funcionamiento o el bienestar diario de los niños. Existe evidencia sustancial de una relación entre los hallazgos sensoriales atípicos y la discapacidad del desarrollo, particularmente entre niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastorno del espectro autista (TEA) y trastorno de coordinación del desarrollo.

La Dra. Alessandra Lubiano, psiquiatra de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, se refirió a las consecuencias de la utilización de dispositivos digitales en los menores: “En las primeras etapas de la vida, el uso de pantallas no ha mostrado grandes beneficios. Por el contrario, la mayor parte de la evidencia apunta a que los niños más pequeños pudiesen tener efectos negativos con el uso excesivo de pantallas, lo que a su vez disminuye las oportunidades de tener espacios nutritivos y enriquecedores con su familia, el juego y las actividades al aire libre para lograr de la mejor manera las metas socioemocionales, conductuales, neurocognitivas y físicas. En estos niños y niñas se ha observado mayor sedentarismo, sobrepeso y obesidad, alteraciones en el sueño, así como retraso en el desarrollo del lenguaje, menor vocabulario, dificultades atencionales, en memoria de trabajo y control de los impulsos, entre otras. A su vez, pudieran presentar menor regulación emocional, más dificultades conductuales y menores habilidades sociales”.

La Dra. Lubiano continuó con recomendaciones: “En este período, se desaconseja el uso de pantallas los primeros años y posteriormente a los 2 años se sugiere que de utilizarse, sea por hasta una hora al día, limitando los aparatos tecnológicos a espacios de uso compartido (jamás en la habitación de los niños) y prohibiéndoseles en momentos de alimentación, previamente a horas de sueño o en momentos que interfieran con rutinas o interacción familiar. A su vez, se debe velar para que el contenido sea de alta calidad y adecuado para la etapa del desarrollo, y sea visto en co-utilización con un adulto responsable y significativo. Es fundamental que los adultos seamos conscientes de nuestras propias prácticas en los medios digitales y, de esta forma, podamos dar el ejemplo a nuestros hijos en cómo utilizarlos apropiada y saludablemente”, aconsejó.

En tanto, Gabriel García, psicólogo de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente, señaló el rol fundamental de los padres y/o cuidadores respecto a las temáticas que visualizan sus hijos en los aparatos digitales: “Es importante que los padres puedan conocer y limitar el contenido al que sus hijos se exponen, así como orientar hacia un uso responsable, respetuoso y criterioso en el acceso, además, en la comprensión y evaluación crítica de lo que conocen y experiencian. Para ello es importante que los padres compartan con sus hijos los aspectos de su vida online y mantengan una comunicación abierta y fluida que les permita guiar, apoyar y de ser necesario, proteger oportunamente en este camino, al igual que en otras áreas de la vida de aprendizaje guiado”.

El Ps. García siguió en la misma línea: “No cabe la menor duda de que todos nos esforzamos por potenciar una sana alimentación, deporte o sueño y, en nuestra sociedad actual, debemos incorporar este modelaje a los hábitos saludables asociados a la ocupación de tecnología, para lo cual primero tenemos que ser conscientes de nuestro propio uso (como padres, profesionales y familia), para así poder ejemplificar una conducta responsable y saludable de la tecnología en el proceso de crecimiento de nuestros niños y niñas”.

Desde una arista oftalmológica, la Dra. Marlene Vogel, jefa del Servicio de Oftalmología de nuestra institución, indicó: “Cuando se realiza cualquier actividad de precisión, neurológicamente se produce un reflejo de ‘no parpadeo’ acorde a la concentración necesaria en la realización de una tarea. La superficie del ojo se humecta, nutre y oxigena con el mecanismo de parpadeo que renueva la capa de lágrima, aproximadamente cada 10 segundos. Cuando permanecemos períodos prolongados sin parpadear, el ojo y su envoltura, la conjuntiva, se secan o deshidratan y se presentan síntomas y signos tales como: ardor, ojo rojo, sensación de cuerpo extraño o arenilla y visión borrosa. Está ampliamente demostrado que el exceso de trabajo de cerca asociado a poca exposición a la luz solar, apagar la luz o poner una iluminación tenue para visualizar la pantalla, aumenta el riesgo de adquirir miopía o si se tiene, que el defecto óptico aumente. Si el niño tiene predisposición familiar a ser miope y está en dichas condiciones ambientales, posiblemente la miopía va a progresar más de lo que genéticamente estaba presupuestado, por lo que factores ambientales estarían estimulando la aparición de la enfermedad”, puntualizó.

La Dra. Vogel entregó algunos consejos: “Se recomienda que los niños se expongan mínimo una hora al día a la luz solar o luz día. Por esta misma razón, es controversial el uso de lentes con filtros que detienen la luz azul y no sería recomendable su utilización en el caso de los niños miopes o con antecedentes familiares de miopía. Trabajar con la espalda apoyada al respaldo de la silla y los brazos sobre el escritorio, así como preferir pantallas más amplias que los celulares, las que deben estar situadas a la altura de los ojos (no trabajar hacia abajo, para evitar dolor muscular en región occipital y cervical), ocupar una buena luz natural o ampolletas luz día, dirigidas hacia el escritorio y no de frente”.

“Recordar que existe la fatiga visual, por lo tanto, hay que hacer pausas saludables, idealmente cada 30 o 40 minutos descansar de visualizar pantallas y hacer un ejercicio de relajación, mirando lo más lejos posible y parpadeando varias veces para que la superficie ocular se lubrique”, concluyó la Dra. Vogel.