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“Los vínculos humanos son el factor protector más importante para la prevención del suicidio”

Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, una fecha que está organizada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyos objetivos radican en cambiar la narrativa, el estigma y crear conciencia además de cultura de comprensión y apoyo para prevenir el suicidio.

Alrededor de 700.000 suicidios se registran anualmente a nivel mundial, por lo que constituye una gran problemática de salud. Es una de las causas principales de muerte en jóvenes de un rango entre los 15 y los 30 años aproximadamente, sobre todo en países como Lesoto, Guyana, Corea del Sur, Rusia y Lituania. En el caso de nuestro país, según datos de World Population Review se estima que existe una tasa de 9 suicidios por cada 100.000 habitantes durante 2024.

Conversamos con el Dr. Sergio Barroilhet, psiquiatra de la Unidad de Trastornos del Ánimo de la Clínica Psiquiátrica Universitaria y profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, para abordar los factores de riesgo del suicidio, las estrategias de tratamientos para pacientes con ideación suicida, así como las intervenciones clínicas más efectivas para manejar crisis agudas y recomendaciones para familiares y seres queridos en pos de contribuir en la evolución de los pacientes.

¿Cuáles son los principales factores de riesgo para el suicidio?

Para el Dr. Barroilhet es indispensable abordar los factores de riesgo para el suicidio, por lo que comenta: “El primer factor de riesgo, y el más importante, es el antecedente de intento suicidio, lo cual eleva entre 30 a 40 veces la probabilidad de un evento futuro, lo cual nos pone siempre en alerta a los psiquiatras”, enfatiza el especialista. Por otra parte, “los hombres tienen más riesgo que las mujeres. Las mujeres tienen ideación más frecuentemente, pero los hombres a la hora de completar el suicidio tienen una mayor tasa de eficacia, en una relación de 5 es a 1 en promedio”.

“La presencia de ideación suicida es otro factor de riesgo y que no se debe confundir con el concepto de ideas de muerte. Hay muchas personas que eventualmente pudieran no tener ganas de vivir, que si tuvieran una enfermedad podrían decir que estarían contentas o satisfechas con que la muerte llegara, pero no necesariamente tendrían la intencionalidad de hacer algo para terminar con su vida. Hay emociones negativas asociadas a ambas, pero en una hay una intencionalidad de ejecutar actos que causen la propia muerte”.

“Por otra parte, la presencia de enfermedades psiquiátricas, en particular de depresión y de trastorno bipolar en la fase depresiva y especialmente en las fases mixtas son parte de factores de riesgo importantes. También se asocian a un mayor riesgo la esquizofrenia, algunos trastornos de personalidad, los trastornos por uso de sustancias como el alcohol y drogas, e incluso, en síndromes de abstinencia”. Agregó: “Ser víctima de violencia, tanto física como psicológica y algunas poblaciones en particular que suelen ser más víctimas de violencia, por ejemplo, en personas LGTBQ, mujeres víctimas cualquier tipo de violencia de género, sexual, laboral, adolescentes víctimas de bullying, entre otras”.

“Los factores de riesgo varían según la etapa del ciclo vital. Por ejemplo, en adolescentes son factores importantes la exclusión del grupo de pares y el bullying, así como la violencia de pareja, el abuso sexual y la violencia intrafamiliar; mientras que la población adulta puede entrar en riesgo a causa de infidelidades, rupturas de pareja, pérdida laboral, fracaso profesional o problemas económicos. Este último factor también afecta a los adultos mayores, quienes además pueden presentar riesgo suicida asociado a la presencia de enfermedades dolorosas, terminales, o que supongan una carga emocional y económica para su familia. Por último, crecientemente la soledad es un factor de riesgo cada vez más prevalente en ancianos”, añadió el psiquiatra.

Las redes sociales como un factor de riesgo crítico

“Las redes sociales desafortunadamente son un instrumento a través del cual nosotros accedemos a una imagen de una persona que no siempre es la que refleja la realidad, y nos hace creer que el pasto es más verde en otros lados. Por otra parte, también es una herramienta a través de la cual nos sentimos aislados paradójicamente, porque todo el resto está reunido y nosotros no estamos participando. Al mismo tiempo las personas son víctimas de agresiones vía mensajes o comentarios públicos en las redes sociales, lo que genera un aumento de la sensación de desprotección y vulnerabilidad”.

“Las personas que pasan mucho tiempo en las redes sociales, habitualmente pierden su tiempo, tienen menos sensación de autoeficacia, tienen más problemas de productividad, fracasan más en sus metas, lo cual disminuye su autoestima, las hace sentirse más inseguras, que no avanzan en la vida, aumentando su sensación de dificultad y desesperanza, porque se van quedando atrás y ven que sus pares avanzan, y por supuesto, todo esto puede contribuir a agudizar la intensidad de su experiencia depresiva”.

¿Cuándo una persona debe solicitar ayuda en salud mental para estos casos?

“El paciente tiene que solicitar ayuda cuando presenta síntomas depresivos, es decir, una persona que pierde su ánimo, que empieza a sentirse desesperanzada, con la sensación de que no tiene la capacidad para hacer las cosas que usualmente hacía, cuando no disfruta de la vida, cuando la mayor parte de los pensamientos que tiene en su mente son negativos, cuando no puede dormir en la noche, pierde el apetito, no se puede concentrar. Esto es un paso inicial, no necesariamente en ese momento aparece la ideación suicida, pero es probable que en ese contexto puedan aparecer ideas de muerte, puesto que en alrededor del 60% de las depresiones en el curso del tiempo van a aparecer ideas de muerte y eventualmente un porcentaje importante de ellas van a aparecer ideación suicida en algún momento, sobre todo en la forma más severa de la depresión. Ahora bien, si una persona empieza con ideación suicida, debería consultar inmediatamente entonces a un profesional médico”.

Tratamiento de las enfermedades de base

“El manejo del riesgo suicida consiste en determinar el nivel de riesgo del paciente, generar un contexto de seguridad adecuado y proceder a desactivar los factores de riesgo modificables lo más rápido y eficazmente que se pueda”.

Lo importante en el ámbito de la prevención es destacar que cualquier profesional de la salud está en condiciones de poder evaluar a una persona que está en riesgo de suicidio, no necesariamente de tratarla, pero sí de derivar oportunamente a Salud Mental.

El paciente puede estar en riesgo leve, moderado, alto o severo, y en función de esos términos se determina cuál es el setting de tratamiento. Si la persona está en un riesgo severo, se debe hospitalizar, porque no va a tener control suficiente en el medio ambulatorio, porque esa persona está en riesgo inminente de cometer un intento y el personal de salud competente debe monitorearlo las 24 horas del día.

En cuanto al tratamiento farmacológico, “este se enfoca en contener el riesgo y tratar la enfermedad, es decir, uno trata de ir desactivando los síntomas tanto mentales como físicos que provocan el sufrimiento que lleva a la crisis suicida; y así tener la oportunidad de tratar la enfermedad o la problemática a la base que causó esos síntomas. Por ejemplo, si el paciente está con ideación suicida y está deprimido, con insomnio y mucha angustia, uno trata el insomnio y disminuye el nivel de angustia. Esos síntomas pueden mejorar rápido y el riesgo suicida va a disminuir. El paciente no va a dejar quizás de tener pensamientos negativos, pero van a ir desapareciendo elementos que ponen presión a la generación de un intento de suicidio. Por su parte, la depresión va a ir mejorando lentamente, y poco a poco va a contar con condiciones sintomáticas que permitan, por ejemplo, una intervención psicoterapéutica orientada a resolver otros factores de riesgo”.

Factores protectores y preventivos

El Dr. Barroilhet destaca: “La presencia de redes de apoyo de una familia es fundamental, lazos afectivos importantes, o si tiene la capacidad de vincularse con otros y de pedir ayuda. Asimismo, es protector la presencia de religiosidad, si esa persona tiene fe o un sistema de creencias que le permitan sublimar su sufrimiento o la disuaden del suicidio de alguna forma”. Los ejemplos mencionados contribuirán significativamente en el proceso terapéutico de una persona en riesgo de cometer un suicidio.

“La prevención consiste en estar atentos, sobre todo como comunidad, de cómo cada uno está inserto en su lugar, en su medio de trabajo, en el mundo escolar, en las comunidades deportivas y por supuesto al interior de la familia. Debemos ser capaces de captar eventuales señales que puedan anticipar y dar cuenta de que puede aparecer alguna situación de riesgo. Por ejemplo, cambios en el patrón de comportamiento: una persona que empieza a aislarse, a hablar de morir, hay un cambio del discurso en torno a la muerte que antes no existía, o que la vida ya no le satisface, o se expresa desesperanza y hay evidencia síntomas depresivos, si la persona empieza a regalar sus pertenencias, habla de una manera más terminal, haciendo alusión de una vida que ya está completada, dando mensajes de despedida. Todas son señales importantes a las que se debe estar atento”.

Recomendaciones para la familia y seres queridos de un paciente con intenciones suicidas

“Lo que nunca se debe hacer es juzgar el sufrimiento de las personas. Tampoco sobrerreaccionar frente a las intenciones suicidas de personas, porque si no los pacientes no van a comunicar lo que les está pasando. Es importante escuchar de forma activa a la persona afectada. Lo segundo es validar el sufrimiento, que la persona puede sentirse como se está sintiendo, que hay cosas que hacen comprensible que se sienta así. Luego, es relevante interesarse por el otro, y que ese otro pueda notar que tenemos un interés en escucharlo y en ser un apoyo. Además, uno puede ayudar a conseguir el acceso a la atención médica y acompañar a la persona en el proceso. El factor protector más importante es el vínculo humano. Un mensaje a subrayar para la familia y para los médicos, es que los vínculos humanos son lejos el antídoto más importante contra el suicidio. Entonces, si las personas se sienten vinculadas a alguien de manera significativa, eso disminuye el riesgo de fallecer por un suicidio”, cerró el Dr. Barroilhet.

Por: Matías Bustos

Edición general: Fernanda Farfán

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