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“Cuando de parte de la autoridad hay decisión política y compromiso con la prevención del consumo de alcohol y drogas, se hace la diferencia. Tenemos buenos antecedentes de que este trabajo puede funcionar”, Dr. Carlos Ibáñez

Este es un proyecto Semilla, uno de los dos adjudicados en 2024, que tiene como objetivo optimizar los procesos de prevención del alcohol y drogas entre adolescentes en las comunas de Tiltil e Independencia. 

Hace años que nosotros venimos trabajando en prevención de drogas y a propósito de la adaptación e implementación del modelo islandés aprendimos varias cosas. Fuimos haciendo varios ajustes a este modelo, como el tener indicadores de cómo se está realizando la gestión de la prevención dentro de un municipio. Estos indicadores los sacamos de instrumentos suecos y canadienses e hicimos la adaptación a Chile”, describe el Dr. Carlos Ibáñez, psiquiatra de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de nuestro Hospital y líder del proyecto. 

El equipo de trabajo ha visto que es difícil la coordinación entre los diferentes departamentos y unidades de un municipio para llevar a cabo prevención del consumo de alcohol y drogas. Los programas relacionados con el bienestar y la promoción de la salud, incluyendo la prevención del uso de sustancias, suelen estar dispersos y no articulados entre sí. Cada departamento tiene sus propias tareas y objetivos, lo que dificulta la creación de un enfoque integral. “Se requiere que se coordinen y esto que suena obvio es bien difícil porque, en el fondo, cada unidad dentro del municipio tiene sus metas y los evalúan en función de eso. Tienen que aplicar programas que, en general, vienen más o menos diseñados desde un nivel central. Cada unidad evalúa su desempeño según indicadores centralizados, que pueden no alinearse con otros objetivos municipales, lo que complica la colaboración y la coordinación efectiva”, grafica el especialista.

Las dimensiones generales consideradas para identificar factores de riesgo y protección en adolescentes, según el proyecto, son la familia, colegio, actividades de ocio y deportivas, y los pares. Estas cuatro dimensiones permiten un enfoque integral para abordar la prevención no sólo del consumo de drogas, sino también de otros problemas de salud y de bienestar en los adolescentes. “Lo que ocurre es que para hacer una intervención integrada se debe mejorar el ambiente en estas dimensiones relevantes para prevenir no solo el consumo, sino varios otros problemas de salud. Debiera incorporarse educación, cultura, deporte, DIDECO, seguridad… Y cuando se habla, por ejemplo, de prevención ambiental, lo que importa es que las personas tengan acceso a espacios para hacer otras actividades, que tengan facilidad para hacer deporte, para tener actividades programáticas”, explica el especialista. 

Nos indica el Dr. Ibáñez que la prevención en los distintos organismos está a menudo vista de forma reduccionista, enfocándose más en sesiones limitadas dirigidas a grupos específicos, en lugar de abordar de manera holística las causas subyacentes y los factores de riesgo relacionados, como los entornos familiares, escolares y sociales. “Existe poca oportunidad para que los diferentes departamentos ‘levanten la cabeza’ y vean qué está haciendo el otro, lo cual llamaría al diálogo y al trabajo conjunto necesario para enfrentar esta problemática”.

Y, por otro lado, en el contexto municipal se requiere contar con una infraestructura organizada para la colaboración que incluya mesas de trabajo donde participen todos los actores relevantes. Esto es fundamental para poder abordar las múltiples necesidades que están involucradas: desarrollar estrategias más integrales y coordinadas para la prevención del alcohol y las drogas, ya que la entrada habitual al consumo de drogas es el alcohol. Si se hace prevención ambiental, se está previniendo consumo de drogas y alcohol. “Es dejar de mirar la prevención solamente en función de programas específicos. Estos tienen utilidad, pero no impactan en modificar el ambiente, en disminuir la accesibilidad. Lo que pasó con el tabaco es el mejor ejemplo, o sea, que no se venda tabaco cerca de los colegios, que no se venda cigarrillos sueltos, que no haya publicidad. Eso es lo que va generando que la gente consuma menos tabaco y en eso nos ha ido bastante bien, en la disminución del consumo tabaco”. 

 

 

Los instrumentos de medición de indicadores con los que han estado trabajando en las comunas permiten tener una panorámica más amplia del trabajo que se está haciendo en prevención. “Por ejemplo, evalúan si existe o no una política a nivel comunal para hacer prevención, si existen equipos con horas destinadas para esto, si hay colaboración entre distintas unidades o direcciones dentro de la municipalidad. Preguntan con cuál ONG están en el territorio, cuán involucrados están con organizaciones más comunitarias. Otra dimensión es el número de patentes que tienen y si hay fiscalización de esas patentes y otra dimensión tiene que ver con los programas propiamente tales... Entonces todas estas preguntas permiten sacar un puntaje y una especie de fotografía de cómo está organizada la prevención en ese municipio”.

Los indicadores suecos muestran que a medida que se incrementa un puntaje, los daños producidos por el alcohol en un municipio disminuyen. Esta información ayuda a los tomadores de decisiones a identificar áreas faltantes en su perfil de prevención y a establecer acuerdos para mejorar. El basarse en estos indicadores también ha mostrado mejoras significativas cuando las autoridades locales priorizan el tema de la prevención y trabajan en conjunto. Hay decisiones políticas y de compromiso con el tema que hacen la diferencia. Hay antecedentes positivos que indican que estos instrumentos pueden ser efectivos, por lo que se busca aplicar, tanto herramientas ya utilizadas como nuevas. Además, se pretende proporcionar a las comunas retroalimentación sobre sus resultados, para así recomendar mejoras en sus procesos de planificación de la prevención. “La encuesta adaptada del modelo islandés, con la cual partimos, la aplicamos en Chile, después la tomó el Senda —con el Elige Vivir Sin Droga— y la hizo nacional. Eso significa que prácticamente la gran mayoría de los municipios en Chile ya tiene datos locales de cómo está el consumo de sus estudiantes secundarios y con sus factores de riesgo asociados. Eso es una cosa que antes no se sabía. Los municipios están mucho más cerca de sus territorios que el nivel central y es el plus de esto. El monitoreo más local permite tener una noción de lo que está pasando, de lo que se puede mejorar ahí y fue el gran aporte de lo que se logró con la encuesta juventud inestable (PlanetYouth)”.

El equipo liderado por el Dr. Ibáñez colabora con equipos municipales de prevención, que incluyen direcciones de salud, de educación, Senda local y programas municipales. Estos equipos son su contraparte y se encargan de organizar las estrategias de prevención, trabajando también con implementadores. 

Para nosotros es muy interesante conocer cómo las comunas evalúan los instrumentos que estamos ocupando, o sea, cuán útil es para ellos la información que entregan dichos instrumentos”, comenta el Dr. Ibáñez. Los instrumentos que nos permitirán hacer recomendaciones son tres: Medida de Magnitud de Prevención de Alcohol, estándares canadienses de prevención a nivel comunitario y un instrumento que evalúa la gestión de Senda Previene. 

Aparte del Dr. Carlos Ibáñez, el equipo está conformado por las psicólogas, Lorena Contreras y Ana María Araneda, y los psiquiatras, Viviana Miño, Viviana Guajardo, Enzo Rozas y Adrian Mundt. El equipo de Prevención de la Unidad de Adicciones es más amplio, ya que viene trabajando desde 2018 y se han distribuido tareas, como, por ejemplo, el “acuerdo parental”, área enfocada en generar consensos para una parentalidad positiva, en la que ha estado trabajando Paula Donoso, pediatra especialista en adolescentes, y también, Ana María Araneda. 

Dr. Ibáñez nos da cuenta de los avances en el desarrollo de este proyecto Semilla, el cual corresponde, como hemos visto, sólo a una parte del gran proyecto que ha estado desarrollando el equipo. “Ya nos hemos entrevistado con las comunas de Tiltil e Independencia para identificar el proceso de cómo planifican la prevención y casi hemos terminado la aplicación de los tres instrumentos de medición. En julio partimos con el análisis de la información arrojada y en el mes que viene, haremos el feedback para informarles de los resultados. Y ahí comienza el diálogo de ida y de vuelta para finalmente hacerles las recomendaciones dirigidas al diseño del plan de prevención”, ilustra. 

Es un proyecto largo. Nuestro equipo tiene una experiencia muy potente. Esta iniciativa pasó a ser una política pública en poquito tiempo y lo importante es no perder lo que se ha logrado, independientemente de que vayan cambiando las administraciones. Necesitamos que se mantenga esta idea: se necesitan datos locales para generar planes locales para movilizar la comunidad. Es muy sencillo, pero tiene que quedar ahí. Tenemos que seguir mostrando que esta parte es importante. Y no es solo droga; es salud mental y sabemos la dificultad que tenemos en este ámbito en nuestras comunidades. Está muy vigente este tema, es muy importante lo que se puede hacer”, cierra el psiquiatra.