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INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA

La insuficiencia renal crónica terminal corresponde a la situación clínica derivada de la pérdida de función renal permanente y con carácter progresivo a la que puede llegarse por múltiples causas, tanto de carácter congénito y/o hereditario, como adquiridas. Es una enfermedad lenta que puede evolucionar hacia la acumulación de productos metabólicos de desecho en la sangre, lo que provoca su agravamiento independientemente del tratamiento y si no se trata, puede ser mortal. la diálisis o el trasplante pueden salvar la vida de estos pacientes.


 

Se trata de un problema de salud grave que, además de poner a la persona en riesgo de insuficiencia renal crónica terminal, aumenta el riesgo de morbimortalidad cardiovascular a 10 veces de la del riesgo promedio de la población.

 

La población de alto riesgo incluye personas con las siguientes condiciones: diabetes, hipertensión y/o enfermedad cardiovascular, historia de enfermedad renal en familiares de 1er grado (padre, madre, hermanos, hijos), historia personal nefrourológica (infección urinaria alta recurrente, obstrucción, cálculos urinarios).

 

SÍNTOMAS

La enfermedad renal crónica no presenta síntomas, porque puede tardar en desarrollarse entre 10 a 15 años, por eso es difícil diagnosticarla a tiempo. Los primeros síntomas pueden ser la necesidad de orinar varias veces durante la noche. A menudo aparece hipertensión arterial porque los riñones no pueden eliminar adecuadamente la sal y agua, lo que puede provocar un accidente cerebral vascular o insuficiencia cardiaca.

Las principales causas de esta patología son: diabetes (30% de los pacientes), patologías glomerulares, hipertensión arterial (como un factor que hace que la enfermedad progrese), pielonefritis crónica, enfermedades vasculares de los riñones, colesterol alto, cálculos renales, enfermedad de Fabry, vasculitis, lupus, enfermedad poliquística en los riñones, enfermedad renal aguda, uso mantenido y sin prescripción médica de antiinflamatorios y antecedentes familiares de la enfermedad renal crónica.

 

Con su evolución, el paciente comienza a cansarse y disminuye la agilidad mental, padece espasmos musculares, calambres, debilidad muscular, hormigueo en manos y pies y pérdida de sensibilidad en algunas partes del cuerpo. La acumulación de sustancias tóxicas afecta el aparato digestivo, provocando pérdida del apetito, náuseas, vómitos, pérdida de peso  probable desnutrición. la piel se puede poner amarillenta y picores molestos.

 

AUTOCUIDADO

Un ajuste minucioso en la dieta puede ser clave: aumentar las proteínas, tomar vitaminas del gripo B y vitamina C, disminur los alimentos con alto contenido de potasio.

Si se detecta a tiempo, se puede evitar la progresión de la enfermedad mediante un manejo permanente con fármacos que permiten bajar la presión arterial, controlar los niveles de colesterol. Además se requiere que los pacientes modifiquen su estilo de vida, no sólo para evitar que lleguen a diálisis, sino además para evitar que sufran o puedan morir de un infarto al miocardio, una de las principales complicaciones que produce la enfermedad renal crónica.

 

EXÁMENES

El diagnóstico se realiza a través de un examen que mide los niveles de creatinina, la cual es una sustancia que mayormente se elimina por los riñones. Además se realiza una ecografía que detalla el estado de la corteza renal y se realiza un examen de orina el que arroja características de enfermedad renal crónica, como la aparición mantenida del aumento de las proteínas en la orina.