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Mitos acerca del cáncer

El mito por excelencia que ha rodeado siempre a esta enfermedad es que el cáncer es sinónimo de muerte. Y aunque está aumentando cada vez más el número de supervivientes, en la sociedad permanece la idea de que se trata de una enfermedad que lleva irremediablemente a un desenlace fatal. Sin embargo, la realidad es bastante distinta, como explica la psicóloga de la Sección de Hematología, experta en pacientes oncólogos, María Jesús Ríos: "Son muchos los que sobreviven al cáncer y lo hacen gracias a los avances de la medicina como fruto de la investigación y de la evidencia científica", afirma. 

Los cambios permanentes y el progreso continuo de la Medicina llevan a tomar a toda enfermedad antes considerada mortal como la posibilidad de mejorar la calidad de vida del paciente y a convertirla en una etapa de enfermedad crónica o incluso a la curación.

Otro aspecto mitificado ha sido en torno a los efectos adversos de los tratamientos. Por ejemplo, es falsa la creencia que existe acerca de que las náuseas y los vómitos son inevitables tras la quimioterapia, ya que existen fármacos para controlar estos síntomas. Además, no todos los pacientes que requieren de quimioterapia sufren estos efectos secundarios, pues su aparición depende del tipo de fármacos usados y sus combinaciones, así como de su dosis y forma de administración. 

Por otro lado, las nuevas generaciones de fármacos contra el cáncer, como anticuerpos monoclonales, que muchas veces están desplazando a los tratamientos clásicos de quimioterapia, no traen los efectos colaterales adversos que son tan temidos por los pacientes, como la caída del cabello.

Otro mito corresponde a que es contagioso: el cáncer no es contagioso. Muchas personas creen que por tocar, abrazar o incluso besar a alguien con esta enfermedad se les puede pegar: esto también es falso. Tampoco es cierto que solo les da cáncer a las personas que tienen algún antecedente en la familia. Algunos tipos de cáncer tienen mayor incidencia en familias que hayan presentado casos de este tipo de padecimiento, pero esto no corre para todos los tipos de cáncer. La gran mayoría de los cánceres se producen por alteraciones genéticas que aparecen a lo largo de la vida. 

Y por último, no todos los pacientes con el mismo tipo de cáncer reciben el mismo tratamiento. En la perspectiva actual, el estudio especializado e incluso en el área de la biología molecular de cada paciente, ha permitido reconocer que un solo diagnóstico abarca diferentes variedades de lo que antes era considerada una misma enfermedad. 

Más allá de los mitos, el diagnóstico de la enfermedad está cargado de connotaciones negativas y sigue siendo actualmente una de las enfermedades que más teme el ser humano, incluso en mayor grado que otras enfermedades con índices de mortalidad más elevados. 

Por esto, la estabilidad psicológica del paciente con cáncer y las personas de su entorno sufre un quiebre abrupto. Surgen expectativas y fantasías asociadas con la muerte, el dolor, anulación del proyecto vital, miedo a la situación de abandono. Estos miedos fueron denominados por Holland  como "las seis D": death (muerte), dependency (dependencia), disfigurement (deformidad), disability (incapacidad), disruption of interpersonal relationship (alteración de las relaciones interpersonales) y discomfort (dolor). 

Todos estos temores afectan al paciente con cáncer en mayor o menor medida, produciendo un elevado nivel de estrés al que tendrá que enfrentarse. Sin embargo, cabe destacar que estos temores pueden ser abordados por el paciente junto con el equipo tratante, ya que con los avances médicos, el interés creciente no está tan solo en sanar el cáncer a toda costa, sino también en mejorar la calidad de vida durante el tratamiento como después de éste. Estamos produciendo un cambio en cómo abordamos la realidad de un paciente con cáncer o enfermedad crónica y disminuyendo en lo posible estos miedos tan arraigados.

El cáncer como enfermedad crónica impone estrictas e inmediatas demandas en la totalidad del sistema familiar. La naturaleza exacta de estas demandas varía básicamente dependiendo del tipo de diagnóstico, de la severidad del proceso de la enfermedad y del pronóstico de calidad de vida. Todas estas variables repercuten considerablemente en el proceso de adaptación a la enfermedad. 

Este proceso implica un equilibrio entre las demandas y expectativas ante la situación de enfermedad y las capacidades de los individuos para responder a tales demandas. La magnitud de la discrepancia es lo que determina, en parte, el estrés que experimenta la persona. Desde esta perspectiva, adquiere suma relevancia el concepto de afrontamiento del estrés por parte del paciente oncológico y su familia en el contexto del tratamiento invasivo con quimioterapiaradioterapia y/o cirugía.