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Reflexiones de una docente: ser como un diapasón

The following article compares what a universitary teacher in health sciences should be. The author stablishes an analogy with the tuning-fork, saying that the teacher should also try to evoke a harmonious response in terms of human relations.

Rev Hosp Clín Univ Chile 2014; 25(1): 85 - 6

Teresa Millán K
Diapasón, antiguo instrumento creado en 1711 por John Shore, sargento trompetero de la corte inglesa, es de forma semejante a una pinza y de material metálico, ha sido utilizado desde entonces por los músicos para dar la nota en que se afinarán los instrumentos musicales o el tono en que las voces de un coro iniciarán su canto. El sonido que emite dicho instrumento es sutil, agudo y casi imperceptible para el oído no entrenado. Su sonido corresponde a una nota de la escala musical: “la”. Para escucharlo es necesario tener buen oído y agudeza auditiva. Para lograr su sonido, el diapasón se debe golpear entre ambas ramas apoyándolo sobre alguna superficie de madera para amplificar su tono. Lo conocí en mis años de colegio cuando solíamos ensayar piezas melódicas en el coro; el director se concentraba, cerraba sus ojos y acercaba el instrumento a su oído. Luego entonaba la nota y nos entregaba los tonos a cada grupo de voces. Las sopranos, contraltos, tenores y bajos. De esa manera aprendí que el diapasón era el instrumento de la afinación para que cada voz o instrumento interpretara armónicamente los sonidos para deleite del espíritu. ¿Se habrían imaginado alguna vez que nosotros pudiésemos replicar el diapasón, para llegar a ser un diapasón de las relaciones humanas? Se lo escuché decir fugazmente a una profesora en una de las sesiones de un curso sobre vínculo y apego, sobre música y terapia, sobre hipnosis ericksoniana, profesionales integrales en su forma de atender y entender a los y las pacientes.
Esa imagen me quedó resonando, fuerte, consistente, con mucho sentido y dirigida a descubrir qué le pasa al otro a través de nuestra capacidad de sintonizar con lo que sienten las personas para lograr entenderlas y aportar desde nuestras capacidades aquello que espera de nosotros. Desde allí construir ese puente de comunicación que permite ayudar y sentir que lo logramos. Creceremos en la medida de que seamos capaces de identificar esa nota que traduce lo que siente y piensa esa persona que se acerca a nuestro encuentro. Pide que la atendamos, que la ayudemos, que la orientemos, que le brindemos un acompañamiento. Pide que seamos capaces de advertir cuál es su tonalidad con la máxima pureza, audible en todos los sentidos, haciendo de esa unión algo único, armónico, conjunto.

¿Cómo hacer para lograr ser diapasón de las relaciones humanas?
Pienso que este camino se inicia utilizando todas nuestras potencialidades humanas, partiendo por reconocer nuestra propia sintonía, reconocer nuestro propio tono, con su timbre y su fuerza, su disonante y su armonía. ¿Cuál es la nota con la que nos enfrentamos a reconocer los sentimientos de las demás personas? Esa nota es la capacidad de escucharnos y escuchar al otro. En la medida que sintonicemos, es decir, tengamos la comprensión para entender lo que le pasa al otro, podremos ayudarlo. Parece fácil decirlo, parece fácil hacerlo, pero la verdad es que pocas veces lo logramos. Tenemos que fortalecer nuestra capacidad de comprensión, empatía y asertividad para sentir que podemos hacer algo por los otros… pero de verdad. 
De nada nos sirven las técnicas e innovaciones actuales si nos estamos alejando de lo esencial del ser humano, su capacidad de amar y entregarse por el otro. La llamada de hoy es a revalorar lo auténtico y perecedero del ser humano que se basa en sus sentimientos y valores de desear lo mejor y hacerle sentir que es persona, única, respetada, amada, por la que se da lo mejor de sí.

Correspondencia:

Teresa Millán Klüsse

Departamento de Pediatría, Campus Occidente, Facultad de Medicina, U. de Chile

[email protected]

562 2681 6298